domingo, 15 de mayo de 2011

El susto que casi mata a dos

En Honor a mi esposo y la anoranza por su pueblo

En Dimas vivía, parcialmente, un hombre llamado Román pero era más conocido por Cachuma. Digo que parcialmente vivía en Dimas por que debido a las vidas que debía evitaba estar mucho tiempo en el pueblo; se decía eran un matón a sueldo, casi siempre dormía fuera del pueblo por miedo a que los vivos le cobraran las cuentas de sus muertos.
En una de esas en las que el alcohol lo armo de valor, se decidió a pasar la noche fuera de Dimas y ya muy borracho tomo el camino estrecho que va de Dimas hacia el monte. Doña Virginia y don Rafael vivían en un rancho llamado el Cuatro, como a media hora de Dimas; ya entradita la noche escucharon un disparo, cosa no muy frecuente pero que cuando sucedía de seguro era alguien borracho o ajustando cuentas, así que ni locos que intentaron averiguar, tampoco les pasó por la mente que serían  testigos de una muerte.
Doña Virginia caminaba todos los días a Dimas a surtirse de tortillas y lo que faltara para la comida; como a eso de las 4:30 o 5:00 de la mañana se levantó y se alisto para su viaje diario a Dimas, tomo el mismo camino estrecho que Román había tomado la noche anterior y a los 5 minutos se tropezó con el cuerpo, tenía un balazo en la frente. Se dice que seguramente estaba dormido y ni cuenta se dio de su muerte, su cuerpo se encontraba recargado en una cerca de alambre de púas, seguramente en su borrachera le dio sueno y solo alcanzo a llegar ahí, Doña Virginia nunca podría olvidar el rostro ahumado por el balazo, la pistola enfundada al cinto, una botella de licor a medias y las huellas de botas a cada lado del cuerpo de Cachuma. Debido a toda la evidencia, habían venadeado a Román, lo agarraron durmiendo y lógico debería andar deambulando todavía sin saber que ya estaba muerto, de hecho gente del pueblo ya aseguraba haberlo visto cerca del lugar de su muerte.

Mi papá, Rafael castillo, que vive en Dimas, acostumbraba a platicar con Román ya que el Tello, hermano de Román, era vecino de parcela y llegaba a visitarlo, se sentaban en un ébano que estaba en la parcela de mi papá.  Mi papá muchas veces se arriesgó a darle el concejo de dejar esa vida, pero cachuma siempre le dijo que ya era demasiado tarde. Incluso recuerdo muy bien un día que mi papá me dijo “mira mijo esta botella de mezcal se la tomo aquí Román” y saco la botella de una horqueta en el ébano. Ese día se sentaron bajo el ébano y mi papá le ofreció un taco, Román nunca lo desprecio, se sentaron a comer, se bebió la botella de mezcal y eso si le pidió permiso a mi papá de dormirse bajo el ébano, paso toda la tarde dormido y mi papá ya no lo volvió a ver.

Cuando mi papá recibió la noticia de la muerte de Román y la manera en la había muerto decidió que no se vendría obscuro de la parcela ya que según los rumores este rondaba el lugar de su muerte. Para su mala suerte un día se entretuvo sin pensar y se le obscureció antes de llegar al cuatro, pero ni hablar pensó para sí mismo, emprendió el camino hacia Dimas. El rio estaba crecido así que había dejado el caballo en el cuatro, ya que para llegar a Dimas tendría que rodear por la vía del tren. Ya mero llegaba al cuatro cuando vio a lo lejos a Rigo Barrón y pensó con alivio “Aquí ya no pase solo por la cruz de Román”.
Rigo también vio venir a mi papá y sintió el mismo alivio, llego al cuatro desensilló el caballo, volteo a ver dónde venía mi papá y decidió darle un susto, se adelantó lo más que pudo y se escondió a esperarlo justo antes de la cruz de Román.

Mi papá llego al cuatro desensillo el caballo, volteo a buscar a Rigo y no lo vio, pensó -Ni hablar, ya me tocaba- se agacho el sombrero y de reojo vio las veladoras que todavía ardían, tratando de no pensar en la posibilidad de ver el fantasma de Román, paso la cruz y mientras iba dejando el resplandor de las veladoras escucho una voz que decía – ¡Hay Dios! – sintió que todo se obscurecía y como cada musculo se le paralizaba sin poder moverse ni para correr.
Rigo había salido por detrás de mi papá justo cuando paso la cruz y le dio risa después de ver como este se había parado en seco después de su broma, pero al notar que mi papá no se movía, empezó a preocuparse, le hablaba, le hecho aire con el sombrero, y no mas no reaccionaba y se dijo – si se me muere Rafael, yo voy a decir que aquí me lo encontré y yo no sé qué paso, ¿hay pero que voy a hacer, lo dejo aquí, me voy, me lo llevo así? – Después de unos minutos mi papá reacciono con una bocanada de aire primero y después con un reclamo – A cabron que susto me pegaste – A lo que Rigo respondió – nombre si el asustado soy yo, ya se me hacía que te me morías – ya más relajados se sentaron a festejar la broma. Hasta la fecha Román nunca se les apareció ni a mi papá ni a Rigo.