miércoles, 21 de septiembre de 2011

La rana y don Rafael

En Honor a mi esposo y la anoranza por su pueblo


Cuando mi hermana, que vive en Mazatlán, visitaba Dimas mi mamá acostumbraba a llevarla a ella y a mis otras dos hermanas a los bailes que se organizaba todos los sábados en el casino. Una de esas noches mis hermanas después de 3 horas arreglándose, se fueron por fin al baile y mi papa ni tardo ni perezoso se acostó. A pesar de que ya estaban terminados los cuartos de material, mi mamá y mi papa dormían en la casita vieja que era de tejas, donde estaba la cocina, el nunca acostumbraba a cerrar la puerta pues sabía que mi mamá y mis hermanas llegarían tarde del baile y entrarían por ahí, para antes de irse a dormir hacerse algo de cenar, por lo que solo atrancaba una silla y se dormía hasta que la algarabía de mis hermanas lo despertaba.

Una de esas tantas veces de bailes, en tiempo de calor y de lluvias llegaron mis hermanas y mi mama, esta vez medio tranquilas por lo que mi papa no se despertó hasta que escucho a mi mamá que le decía – ¡Rafa, Rafa!! Hay una rana ahí en el respaldo de la silla, levántate y quítala, para entrar- La rana, de esas verdes brillosas que salen con las aguas, estaba viendo hacia adentro de la cocina sentada en el respaldo de la silla, mi papá medio dormido y despierto se levantó en calzoncillos preguntando -¿Dónde, donde?- Y mis hermanas y mi mamá le gritaban -¡Ahí, ahí en la silla!- Mi papá, finalmente ubicado, para no tocar la rana levanto la silla con ambas manos lo más lejos posible de esta y empezó a caminar con ella hacia fuera de la casa, cuando de repente, ¡Que la rana le brinca justo en el vientre! Al sentir la rana helada mi papá sumió el vientre y de inmediato los calzoncillos fueron a darle hasta las rodillas.

Ese fue el espectáculo que mis hermanas tuvieron esa noche después de un sábado de baile, mi papá agarrando la silla con dos manos, la rana bien pegada al vientre y los calzoncillos en las rodillas -¡Rafa se te cayeron los calzoncillos!- le gritaba mi mamá  ¿¡Y que hago!?- Decía mi papá – ¡Pues suelta la silla Rafa!- le contesto mi mamá.

Mis hermanas cenaron muertas de risa con la imagen de mi papá y la rana, es más creo que esa noche no durmieron no más de acordarse.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario